viernes, 27 de mayo de 2016

Todo sigue igual









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Leo noticias sobre la sequía en Anantapur donde Vicente Ferrer dejó clara huella de una infinita bondad y entrega hacia los más necesitados, un referente a seguir por todo ser humano preocupado más por el prójimo que por sí mismo; una preocupación altruista que lleva al reconocimiento internacional sin ser el fin ese, sino más bien llamar la atención al mundo desarrollado, a los dirigentes, a los pudientes y menos pudientes para que cooperen en la causa, porque los que económicamente no podemos ayudar, bien sabemos que podemos hacerlo de muchas formas, simplemente dando ejemplo con nuestro interés por ayudar al que sobrevive en peores condiciones que nosotros.

Las cifras de paro alcanzan los 5 millones en nuestro país, a día 28 de octubre de 2011, y esto parece seguir en aumento si no se pone freno con alguna fórmula mágica. Pero como eso sólo existen en los cuentos pues seamos sensatos y pensemos en el gran miedo que nos subyace ante lo desconocido. Porque como dice José Luis Sampedro, existe una forma de salir y es educando a valorar la ética por encima de lo material, que los intereses no degraden los valores, no apoyemos a quienes nos oprimen y expresémosnos con total libertad.

Tan difícil no parece pero nos hacen verlo así desde la educación básica y hablo de la mía de los años 80. Donde ya los valores en la escuela comenzaban a perderse cuando aún al maestro le tratábamos de Don sin tener ninguno...porque a ver qué don puede merecerse alguien que se dedica a la educación y trata con menosprecio al alumno por ser más gordito, por ser de familia numerosa y heredar los zapatos rotos y chalecos holgados de sus hermanos mayores, por ser tímido y ponerse colorado cuando se le dirige la palabra...¿Tal vez por temor a recibir una guantada más de tantas como recibe en su casa, un tirón de las patillas, o una voz insultante de esa que te cuelga el sambenito para el resto de tu vida? Qué valores pueden dar estas personas que confunden el rol de maestro con el de teniente o alférez. Y no generalizo en la personalidad de estos escalafones, de todo hay en la viña del señor y en esta viña que ocupa mi etapa escolar, en esta viña el maestro fue alférez en sus años de juventud, y continuaba siéndolo en la escuela.

            Si sus propósitos, los de los maestros,  consistían en amansar al indomable, avivar al retraído, abrir los ojos a los que no veían más allá de una mano frente a sus narices... no lo consiguieron en muchos de los casos. A pesar de sus “intentos” lograron de muchos lo que se esperaba. Cuesta creer cómo la educación básica en tiempos “tan avanzados” en una democracia pasara por desapercibida. Pues bien está llenar las cabezas de Historia, Matemáticas, Lengua, eso es fundamental para desenvolverse por la vida, pero ¿dónde la pedagogía? ¿Dónde la tan nombrada ética si no se da ejemplo?

            De esos niños que hablo, muchos no han tenido una vida no digamos gloriosa, sino ni si quiera una vida digna, por no decir que algunos se han quedado a mitad de camino, que es lo más penoso. Puedo citar, sin mencionar nombres, que tres de los  desafortunados  no han llegado a los treinta, dos de ellos ni a los veinte, ¿y el motivo?: Decidieron quitarse la vida, y quien hace eso lleva detrás una base tambaleante, sus cimientos no han tenido apoyo suficiente, han caído en manos que no debieran o no han sido capaces de superar algún duro golpe de la vida. Pero seguro que si hubieran recibido el cariño y los valores adecuados, tal vez seguirían en el mundo aun.

            Y no hablemos del alumno acomplejado, ¿de qué está acomplejado? ¿por qué actúa así? ¿por qué lleva una navaja en la mochila? ¿no ves maestro que todo el mundo se mete con ella o con él? ¿No será que algo se cuece en su casa pero no es capaz de soltar palabra porque es una niña o niño y no sabe qué hacer? Pues parece que en aquella época, si el niño se comportaba así había que amenazarle con expulsarle. Y nada de hablar con un especialista para tratarle y solucionar el problema. Después resulta que padece esquizofrenia paranoide y no olvida el maltrato psicológico de sus años en la educación básica.

Y esas niñas que fueron madres a los 15 años y ahora abuelas a los 33...

En fin, se le puede culpar a la educación del hogar pero la responsabilidad de la educación básica es transferir unos valores para respetar y sentirse uno respetado. Unos conocimientos del que todos tenemos derecho a recibir y que están constitucionalmente amparados. Pero si no se parte de una base consolidada será difícil alcanzar lo que el gran maestro José Luís Sampedro nos dice.


Esta es la realidad. Nos quejamos continuamente de lo que no tenemos, y gozamos poco de lo que poseemos. Si tenemos ilusión por ver un mundo mejor, y queremos dejar de ver en la televisión malas noticias, casi todo está en manos nuestras. Cada uno podemos aportar un pequeño grano de arena simplemente con una sonrisa. Se puede hacer tanto...incluso con un abrazo. Pero hay quien no alcanza a sentir el valor del afecto, ¿será porque nunca lo ha recibido y por ello no sabe cuándo ni cómo darlo?
                                                   

La vida es difícil, hay que pasar por duros golpes de seres queridos que se van. El recuerdo nos ayuda a mantenernos en pie, pero vivamos el presente también. A pesar del momento duro que vivimos, de angustia ante la caída en pique de la economía, vivamos, vivamos pero siempre pensando en aquellas personas que son felices recibiendo una `simple´ sonrisa. Pensemos en los más necesitados que están en nuestro mundo y no en un tercero que los sitúa más lejanos. Porque las fronteras están lejos pero las manos que pueden llegar a ellos las tenemos cerca.




*Este texto está extraído de un artículo que escribí en 2011. Ni tenemos a Vicente Ferrer en el mundo, ni a José Luis Sampedro, dos grandísimas personas. Pero la crisis, el hambre y el acoso escolar, desgraciadamente, siguen siendo temas de actualidad.